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Premeditado plan para arruinar a Pemex y a la CFE
Jesús González Schmal
El Universal
Sábado 26 de octubre de 2002
nacion

PETRÓLEOS MEXICANOS y Comisión Federal de Electricidad son, sin duda, las inversiones más apetitosas para los grandes capitales del mundo, que andan a la caza de los gigantescos negocios que se hicieron con dinero del pueblo, incluyendo la deuda extranjera contraída a su nombre y que, por la ineficiencia e improductividad en su operación, son susceptibles de adquirirse a precios irrisorios y sin los pasivos financieros y sociales que han acumulado.

Para consumar el atraco, los grandes consorcios internacionales hoy dueños de la banca, autoservicios, líneas ferroviarias y hasta fábricas de tequila en México, despliegan, desde hace tiempo una escalada que se inicia con apoyar el cambio de gobierno hacia una democracia formal que disfrace el abandono de líneas nacionalistas y de autodesarrollo económico. El camino es, inmediatamente, recurrir al dinero fácil del empréstito exterior que va encadenando y condicionando el ejercicio del poder hasta caer irremisiblemente en las condiciones de los acreedores, fondos y bancos mundiales, para definir la línea política económica en un solo sentido. Todo ello imparable, así transcurran sexenios o se alternen partidos políticos, que terminan siendo gemelos de sus antecesores.

El segundo paso es el de penetrar la opinión pública para desacreditar a la administración del estado en la función empresarial, facilitando la infestación de corrupción en las empresas para hacerlas odiosas ante la ciudadanía y debilitar la resistencia hacia la privatización. Miguel de la Madrid con Jorge Díaz Serrano en la cárcel y Carlos Salinas de Gortari con la Quina Hernández Galicia no son sino precedentes hacia el mismo objetivo de lo que ahora busca Vicente Fox con Rogelio Montemayor Seguy y Carlos Romero Deschamps.

No sería extraño que, incluso, la libre compra de gasolina que ahora pueden hacer los expendedores autorizados, que ha dado lugar a un creciente mercado negro de gasolinas degradadas de importación, que arruinan los motores, pero que generan cuantiosas ganancias a los concesionarios de gasolineras sin escrúpulos sea parte del complot. Hoy es ya del dominio público la existencia de una red de defraudadores en la refinería de Cadereyta, que trafica con combustible para llevar a Pemex al máximo descrédito y a la impotencia para salvarla como empresa de la nación.

Lo mismo puede decirse de la Comisión Federal de Electricidad que no sólo mantiene la flor y nata del sindicalismo charro con líderes millonarios socios de los contratistas voraces e irresponsables, sino constituye, el peor enemigo en ciudades medianas y pequeñas y de los productores rurales que requieren energía eléctrica para los sistemas de riego. Son recurrentes las suspensiones e interrupción del servicio en ocasiones hasta por ocho días sin que haya en la CFE quien responda a las quejas, ni mucho menos quien pague los cuantiosos daños a las bombas hidráulicas y aparatos eléctricos, por diferencias de voltaje que son ya crónicas.

Así pues, se trata de una confabulación urdida por quienes tienen poder, dinero y capacidad de seducir a incautos que siguen pensando, después de lo ocurrido con Enron en Estados Unidos, que la privatización en favor de los expertos en maquillar números y estafar pequeños ahorradores, sea la fórmula para regenerar a Pemex y CFE. La verdad es que las falsas salidas, como ésta, serán suicidas para el país. Si para algo debe servir la democracia, por encima de lo coyuntural electoral, debe ser para salvar el patrimonio de la nación y convencernos de que una administración honrada y eficiente con vigilancia y fiscalización permanente, sólo puede ser posible en una empresa del Estado que con patriotismo y entrega la conduzcan al servicio de todos los mexicanos.

Desenmascarar el operativo de cumplir compromisos con el capital exterior para corresponder apoyos políticos, será la única vía para salvar lo poco que queda de los activos nacionales. No se trata de resignarnos al robo y al daño que causan Pemex y CFE al pueblo, sino de llevar a los responsables a verdaderas condenas y restitución de lo sustraído, a través de una próxima Cámara de Diputados que no condescienda con la mentira y la traición a la patria.

Si ahora mismo se discute que puede ser peor, en términos del interés nacional, si el saquear a Pemex para financiar campañas y pagar bono de retiro a quienes pierden el poder o traer dineros de donadores aparentes para lavar dólares del extranjero como es el caso de los Amigos de Fox, tendremos que contestar que, en ambos casos, el ataque a la soberanía de la nación significa lo mismo, independientemente de la cuantía de uno y otro delitos. Lo cierto es que, para los fines de la compra en subasta de los bienes nacionales ambas deleznables conductas de corrupción le ponen la mesa a los buitres de las finanzas internacionales, que están prestos a quedarse con el botín.

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